¿Por qué no gritamos a nuestro jefe que nadamos entre papeles y que nuestro departamento se ha convertido en una pocilga?
¿Por qué no enseñamos a la gente que un café no se toma con la cucharilla en la taza?
¿Por qué no dejamos de publicar fotografías y pensamientos en cantidad y nos centramos en su calidad?
¿Por qué no nos pintamos los labios de rojo de forma diaria como hacemos con las uñas?
¿Por qué no escuchamos más música a todo volumen en el coche y la gritamos de camino al trabajo?
¿Por qué no nos tan sentirnos libres como para asistir a un funeral de blanco?
¿Por qué no imaginamos un viaje interior en lugar de capitalista?
¿Por qué no dedicamos al menos media hora diaria a leer una novela?
¿Por qué no nos rebelamos ante tanta ordinariez viral?
¿Por qué no pintas un mapa del mundo que cubra las paredes del cuarto de tus hijos para que no crezcan con un punto de vista provinciano? Diana Vreeland, 1930. GABRIELLE.
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