jueves, 28 de enero de 2016

"Buenas tardes Sr. Alcalde"

Buenas tardes Sr. Alcalde.
Le escribo esta carta porque desde que usted se proclamó como el alcalde que escucharía al gaditano hace más de seis meses, tengo varias cosas que decirle.
Desde su investidura como regidor de Cádiz gracias al pacto firmado con el PSOE, se han generado más debates políticos entre mi grupo de amigas de lo que había ocurrido en los 30 años previos de nuestra vida. Su partido, en la teoría, supondría una corriente positiva de aire fresco gracias a la opción de un posible cambio, y, por contra, ha supuesto la mayor generación de odios y tensiones en la historia de nuestra democracia por habernos hecho caer, a través de su discurso político, en el más profundo derrotismo. Desde que se pusieron la medalla de ser los nuevos defensores del pueblo, lo único que han conseguido ha sido separarnos en dos corrientes de pensamiento a las que les cuesta mirar de cerca a quien tienen al lado. Porque en Cádiz, le pese a quien le pese, provenimos todos de la misma casta. Aquí no contamos con fincas ni ganaderías que tanto recelo les provocan; quien más y quien menos se ha buscado la vida como bien ha podido con nuestro particular estilo.
La señorita que le escribe proviene del barrio de Bahía Blanca, de la calle de los militares, y espero que tenga usted el suficiente recorrido como para no juzgarme por dónde nací. Porque mi madre, con cuatro hijos que sacar adelante, también miraba cada oferta que aparecía en los folletos de Supersol de los viernes y mi padre apuntaba en sus cuadernos de economía familiar cada barra de pan que se compraba en mi casa. Gracias a sus esfuerzos de continuo ahorro e inversión doméstica, pude estudiar la carrera con la que soñé desde pequeña en la capital española; y en Universidad privada, que de ahí también salen algunos de provecho. Hizo falta entonces prescindir de regalos de más en Reyes o de vacaciones paradisiacas, y de zapatillas Nike si las del “piojito” seguían soportando carreras. Coincidió en mi año de graduación que la palabra crisis se instaló en nuestro país para quedarse durante algún tiempo, por lo que después de un tiempo de prácticas no remuneradas, decidí marcharme a Irlanda a aprender a hablar inglés, ya que en el colegio no tuvimos la oportunidad de que nos enseñaran un segundo idioma adecuadamente. Pero lo digo sin acritud, pues la experiencia de haber vivido gracias a algunos ahorros al principio, y a mi propio trabajo como nanny después en un país extranjero, no la cambio por una profesora nativa en los obsoletos 80. A mi vuelta, después de varios meses de búsqueda, encontré otras prácticas que me dieron experiencia y alguna autonomía para planes de cine y pequeños viajes, pues aún continuaba viviendo en casa de mi madre. Y aquí estoy ahora, algunos años después, tras haber pasado por distintas empresas y ciudades, de vuelta en nuestro adorado Cádiz, gracias a una multinacional que entendió que reunía las suficientes aptitudes como para optar al puesto que ofrecían entonces. Una vacante que ofertaba la empresa privada y no ustedes, los políticos, como quieren hacernos creer. No fue Teófila Martínez quien nos echó de Cádiz ni será usted quien nos traiga de vuelta; le creía algo más humilde, amén del discurso que proclama en sus intervenciones. Esta empresa privada es capaz de levantar más de 1.000 puestos de trabajo cada día, al igual que las pocas que, por desgracia, van quedando en la provincia y a las que ustedes dan la espalda en favor de parques públicos y otras medidas populistas.
Hoy, su mensaje de promesa cae en saco roto después de algo más de seis meses de gestión, y me resulta bochornoso, como gaditana, ver en televisión los plenos del ayuntamiento en los que incluso les cuesta utilizar correctamente el idioma. Porque no es más gaditano quien pronuncia “eses” en lugar de “zetas” ni quien pregona con Carnaval sus discursos y argumentos, o quien pretende prometer barbacoas en el total de nuestra playa urbana. Todo lo mencionado anteriormente forma parte de nuestra idiosincrasia, de nuestra identidad, pero no habla de nosotros como trabajadores dispuestos a partirnos la cara por lo que es nuestro. Como tampoco habla de usted como político que done parte de su sueldo a causas solidarias, no es este el motivo por el que los ciudadanos que le votaron introdujeron en la urna la papeleta con su nombre. Usted se encuentra en ese sillón en representación de todos los gaditanos, de quienes le votaron y de quienes no lo hicieron, y a ellos debe, lo primero, respeto. El respeto que se merecía toda aquella mayoría simple que decidió otorgar su voto al Partido Popular y a quienes ustedes no consideraron, señores representantes de la transparencia.
La historia vuelve a repetirse desde que en las pasadas elecciones generales, nuestros políticos prefieren ver cómo este país camina sin gobierno, a sentarse a debatir con quienes son las fuerzas más votadas de España. Con 30 años he perdido toda la confianza que a mi modo de entender se merecen los políticos comprometidos, ya sean de un color o de otro. Porque en todos estos años no hemos aprendido que los colores no deben primar sobre la convivencia básica, sino que lo que deben primar son nuestros intereses como ciudad o país unido. Hoy he perdido la confianza en que la corrupción se castigue, más allá de los votos, en los juzgados. Pero sobre todo ya no tengo esperanza en quienes capitanean la corriente de cambio, esa en la que los jóvenes creíamos, ya que están cometiendo los mismos errores que quienes son considerados como la vieja política.
Siguen demostrando ustedes que los intereses del pueblo no priman sobre los de los partidos; que son lo suficientemente ególatras como para no profundizar en lo que está ocurriendo delante de sus narices, ya que los papeles y el poder pierden la visión de la realidad, que era de donde se suponía que venían. Que las filas de Podemos están llenas de profesores y de gente con ganas, pero que a la hora de la verdad la gestión de un barrio, de una ciudad, de un país, les queda grande. Siga usted entonando su grito de guerra de la mano de Iglesias y tarareando coplas de Carnaval en Fitures y asambleas, que de este modo seguirá corroborando que Cádiz, ciudad de libertades, no logró su sueño de cambio ni fue capaz de traer a autóctonos y aledaños a disfrutar de lo que podría ser un paraíso eterno. GABRIELLE.

viernes, 8 de enero de 2016

"Recuperar la ilusión perdida"

¿Cómo se recupera la ilusión cuándo ésta desaparece de nuestras vidas de un plumazo? En otra época, alguien especial me dijo una frase que no olvidaré nunca y que es que "la vida está llena de matices que la hacen maravillosa" y que aún cuando no encontremos una ilusión que tomar como propia, siempre aparecerán motivos para sonreír.

Como saber que el corto Viento de Atunes, basado en este arte milenario propio de la provincia de Cádiz, está nominado a un premio Goya.



Que existen empresas extranjeras como Floatel que apuestan por rincones que, aún siendo paraísos, nosotros los locales no somos capaces de cuidar y levantar.



Que todavía quedan argumentos para organizar festivales diferentes y alternativos, que apuestan por un modo de vida pausado y saludable. Trafalgar Consciente, del 22 al 26 de junio.



Que hay iniciativas privadas que consideran que ayudar a los demás de manera desinteresada hace al mundo más amable.


Que sigue habiendo libros, como El bar de las grandes esperanzas, o pelis aún por llegar, como Joy o la vuelta de Bridget Jones, para ir de nuevo juntas al cine.

Que podemos organizar viajes y que Cancún no queda demasiado lejos si lo que se tiene son ganas.

Que siempre habrá bares con puertas abiertas y nuevas propuestas gastronómicas en Cádiz que todavía no hemos probado. La Marmita, Destino, El Chicuco, La clave de San Pedro... ¿los conocías?

Que cuando uno se cae se levanta, y que no hay fémures rotos que no puedan ser reparados para pisar aún más fuerte.

O que sigue habiendo canciones que te hacen sentir que estás viva, como cualquiera del grupo The Well Pennies, tanto propias como versiones.
Este post está dedicado a una persona que espero esté sonriendo, aunque sea con media sonrisa, en estos momentos. GABRIELLE.