He tenido la suerte de cruzarme con vidas, y de pertenecer en cierto modo a ellas, de personas emprendedoras. Aquellas que en un garaje o en un kiosko de playa construyeron su sueño. No sólo Steve Jobs hizo tangibles sus bocetos en un garaje... En esta España en la que todo huele a vacas flacas, también hay gente que sigue rellenando páginas de periódicos con pequeños proyectos que pronto serán grandes. Mi jefe, quien cuenta con un propósito tremendo, y nos hace partícipes a los demás de él, me sacó hace poco una fotografía en la que se retrataban sus comienzos... recuerdo ir y venir andando todos los días hasta ese kiosko, transmitiendo a la gente la ilusión que me generaban mis escasos metros cuadrados. Ellos me creían loco... Detrás de cada empresa, grande o pequeña, hay historias humanas, de personas que creyeron en su idea, pero lo mejor de todo, que creyeron en sí mismas sabiendo que podían hacerla realidad. Hoy contamos con una herramienta poderosísima, Internet, que nos sirve de altavoz al mundo de lo que estamos haciendo. Podemos trabajar en un pequeño taller o en el salón de nuestra casa, pero podemos también contarlo al mundo. Historias como estas vemos cada día a través de bloggers, quienes nos llenan de esperanza y cosas bonitas la mente. Entre ellos los centros de flores de
Olympia y yo, las joyas de
Beroque, el restaurante Motha
en Madrid, los fabulosos diseños de Mr. Wonderful, los delicados jabones de Olivia, o las prendas de
Anonymus Closet. Pero como ellos muchos más, como los tocados de Lucía Be, los cuadros de Berta Llonch o las creaciones de su hermana Eme. Jóvenes emprendedores, pero también artistas, que nos hacen seguir creyendo en nuestros propios sueños. GABRIELLE.
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