El otro día viendo fotos antiguas me preguntaba a mí misma cómo me veía bella con esos atuendos. Me reía con una amiga por las pintas que llevábamos. Pelos engominados simulando rizos cuando ahora lo que quiero es una melena lacia y larga, zapatos cuadrados cuando ahora lo que me gusta son las puntas redondeadas e incluso de punta... y así un sin fin de detalles que hoy sólo puedo mirar con horror. Lo mismo pienso en cuanto a los cánones que se crean en la moda y la belleza. Si ahora el patrón de belleza está ligado a la extrema delgadez y a la juventud eterna, antiguamente las mujeres de carnes bien puestas eran las que ocupaban los puestos top en la lista de las más bellas.
La moda debe ser entendida como un fenómeno sociológico que nos habla de etapas, de diferentes momentos de la historia que nos muestra los modos de vida de sus sociedades. Y estrechamente relacionado con ello, la importancia que le han dado las diferentes civilizaciones al culto al cuerpo. Si en la Prehistoria las mujeres orondas eran símbolo de buen augurio por su ostentación de la nutrición y de su capacidad procreadora, en la Antigua Grecia consideraban bello todo aquello que resultara proporcionado y cuidado por la simetría. Los romanos andaban bien preocupados por el culto al cuerpo, al que dedicaban baños, masajes, peinados e incluso depilaciones por aquel entonces. Durante el Renacimiento, influidos de forma directa por el arte, las mujeres redondas, con caderas y estómagos redondeados y senos pequeños, firmes y contorneados eran el símbolo de belleza femenina por excelencia. En el Barroco, época de apariencia y coquetería se impusieron los corsés, el uso excesivo de perfumes, aparece entonces la palabra maquillaje... Y desde ahí en adelante ese patrón al que podemos denominar BELLEZA ha ido evolucionando y cambiando como la vida misma.
Una vida que hoy se basa en el jogging, en los alimentos orgánicos, en el bótox, en los alisados japoneses, en los wonderbra y en los peptoes, a los que puede ser que acabemos llamando Leticios... (será cuestión de tiempo).
Adoro este mundo, adoro a los diseñadores, a las modelos, a las revistas, a los cosméticos... Adoro la ropa por encima de muchas otras cosas, pero hay determinados días, en los que me apetece salir de este mundo, de mi continente, y viajar aunque solo sea a través de la imaginación a nuevos lugares. Y de pronto me encuentro con una mujer mursi, una tribu perdida de África. Y resulta que en Etiopía existe un grupo de mujeres que otorgan más importancia a la ornamentación que aquella que luce lustrosa su Shopping Bag de Gucci. Ellas determinan su valía como mujeres y su belleza dependiendo del tamaño del plato que se incrustan en labios y orejas. Lo que a ojos de una extraña como yo parece una forma de tortura para ellas es símbolo de orgullo y respeto. Y es que ciertamente la belleza es relativa por más que la Wintour con su equipo de redactoras y estilistas se empeñen en marcar las tendencias de cada temporada. Bello es todo aquello que en determinados momentos de tu vida te aporte algo, sobre todo como persona. Incluso aquellas personas que en su día te parecían bellas, las más bellas del mundo, quizás hoy sólo te parezcan algo atractivo que han perdido su gracia por no ser ya tan auténticas como tú pensabas. Corren nuevos tiempos para todos y en eso consiste la evolución. Me alegro por ello. GABRIELLE.
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