Hace dos semanas subí al número 33, perdí el 35 que es el mío y el azar me dejó caer en tu autobús. Lo cierto es que si le preguntas a cualquiera te dirá que tampoco eres como para cambiar de línea cada día,solo por ver a una niña con aire triste atrincherada en si misma y en su extravagante peinado. Pero bueno, que le vamos ha hacer, por algo la gente me mira raro, ríen y al pasar escucho entre susurros eso de “friki” y tal; a mi la verdad es que me da igual, ya no me hacen daño, son ellos los que viven como borregos atrapados en sus maravillosos estereotipos de vida ejemplar. El tema es que aquel día, a través de mis enormes gafas, te ví inalcanzable, como si un selenita de Aurus pretendiera a una amazona de la galaxia de Utrión , eras una niña más de esas a las que nunca tendría yo acceso.
Entonces me fijé en tu bolso, una chapa de "star wars" relucía como un blasón lleno de intenciones que me hizo pensar que tal vez tú y yo no éramos tan distintos al fin y al cabo y que una oportunidad entre un millón tenía yo en este universo nuestro.
Hoy me he puesto el tope. Estoy nervioso, claro… hoy a penas he dormido; miro a mi alrededor y veo a toda esa gente que me ve como a un bicho raro por ser diferente a ellos, caras tristes, alegres, indecisas, burlonas, preocupadas… ¿no es ese tío un actor famoso? Menudo gilipollas; Sí, un gilipollas, pero si yo fuera él podría acercarme directamente a ella con la decisión de quien ya se sabe ganador, así todo sería mucho más sencillo; tendría todo lo que quisiera y no tendría que levantarme todos los días a las 6 de la mañana para ir a mi curro de mierda, no tendría que preocuparme de nada, como toda esa raza de desagradecidos sociales a los que la suerte les sonrió un día y les solucionó de por vida la suya por la absurda razón de ser guapos. Yo desecharía esa vida cómoda por ti, por despertarme a las seis de la mañana pero contigo al lado.
En esas estoy cuando me doy cuenta de que me sudan las manos, tú estás bajando del autobús y yo no tengo el valor suficiente para seguirte mientras el vehículo comienza de nuevo a andar.
Mañana volveré a mi ruta habitual, ¿para qué alargar este absurdo?, las seis de la mañana se tendrán que conformar sin ti.
Ahí es cuando me sorprendo apretando el botón y gritándole al conductor, la puerta se abre y yo corro calle abajo sorteando obstáculos, paso el Mcdonals de Valverde y a la altura del Zara casi tropiezo con una chica con trenzas que también acaba de bajar del bus y le sonríe de forma graciosa al escaparate; entonces llegó a tu altura y a cámara lenta veo mi propio brazo tocándo el hombro que tu camiseta, muy british por cierto, deja desprotegido de bichos como yo.
-Perdóna, hace dos semanas subí por casualidad a tú autobús y desde aquel día hago un camino más largo al trabajo para verte cada mañana, sé que todo esto es bastante raro, te prometo que no soy ningún psicópata, pero también se que si “Han solo” y la “princesa Leia” no se hubiesen conocido el universo hubiese estado perdido.
Ahora todo va a una velocidad vertiginosa, casi me mareo, tú me miras directamente, sonriendo y ruborizada por ser comparada con una princesa de la resistencia rebelde.
- Este tampoco es mi autobús.
En ese instante nace la posibilidad de que las seis de la mañana dejen de estar huérfanas de ti.
La chica de las trenzas pasa a nuestro lado cómplice de nosotros mismos, nos sonríe, y yo, nervioso aún, le devuelvo el gesto como si ambos hoy hubiésemos aprendido que solo hay una vida que merece la pena ser exprimida y que esa no es otra que la nuestra.
FIN.
Jajaja!! Bueno bueno bueno, fin del pastelón del verano que, por supuesto, yo no he escrito.Espero que al menos te haya entretenído. Hasta pronto.
2 comentarios:
Hace dos semanas subí al número 33, perdí el 35 que es el mío y el azar me dejó caer en tu autobús. Lo cierto es que si le preguntas a cualquiera te dirá que tampoco eres como para cambiar de línea cada día,solo por ver a una niña con aire triste atrincherada en si misma y en su extravagante peinado.
Pero bueno, que le vamos ha hacer, por algo la gente me mira raro, ríen y al pasar escucho entre susurros eso de “friki” y tal; a mi la verdad es que me da igual, ya no me hacen daño, son ellos los que viven como borregos atrapados en sus maravillosos estereotipos de vida ejemplar.
El tema es que aquel día, a través de mis enormes gafas, te ví inalcanzable, como si un selenita de Aurus pretendiera a una amazona de la galaxia de Utrión , eras una niña más de esas a las que nunca tendría yo acceso.
Entonces me fijé en tu bolso, una chapa de "star wars" relucía como un blasón lleno de intenciones que me hizo pensar que tal vez tú y yo no éramos tan distintos al fin y al cabo y que una oportunidad entre un millón tenía yo en este universo nuestro.
Hoy me he puesto el tope. Estoy nervioso, claro… hoy a penas he dormido; miro a mi alrededor y veo a toda esa gente que me ve como a un bicho raro por ser diferente a ellos, caras tristes, alegres, indecisas, burlonas, preocupadas… ¿no es ese tío un actor famoso? Menudo gilipollas; Sí, un gilipollas, pero si yo fuera él podría acercarme directamente a ella con la decisión de quien ya se sabe ganador, así todo sería mucho más sencillo; tendría todo lo que quisiera y no tendría que levantarme todos los días a las 6 de la mañana para ir a mi curro de mierda, no tendría que preocuparme de nada, como toda esa raza de desagradecidos sociales a los que la suerte les sonrió un día y les solucionó de por vida la suya por la absurda razón de ser guapos.
Yo desecharía esa vida cómoda por ti, por despertarme a las seis de la mañana pero contigo al lado.
En esas estoy cuando me doy cuenta de que me sudan las manos, tú estás bajando del autobús y yo no tengo el valor suficiente para seguirte mientras el vehículo comienza de nuevo a andar.
Mañana volveré a mi ruta habitual, ¿para qué alargar este absurdo?, las seis de la mañana se tendrán que conformar sin ti.
Ahí es cuando me sorprendo apretando el botón y gritándole al conductor, la puerta se abre y yo corro calle abajo sorteando obstáculos, paso el Mcdonals de Valverde y a la altura del Zara casi tropiezo con una chica con trenzas que también acaba de bajar del bus y le sonríe de forma graciosa al escaparate; entonces llegó a tu altura y a cámara lenta veo mi propio brazo tocándo el hombro que tu camiseta, muy british por cierto, deja desprotegido de bichos como yo.
-Perdóna, hace dos semanas subí por casualidad a tú autobús y desde aquel día hago un camino más largo al trabajo para verte cada mañana, sé que todo esto es bastante raro, te prometo que no soy ningún psicópata, pero también se que si “Han solo” y la “princesa Leia” no se hubiesen conocido el universo hubiese estado perdido.
Ahora todo va a una velocidad vertiginosa, casi me mareo, tú me miras directamente, sonriendo y ruborizada por ser comparada con una princesa de la resistencia rebelde.
- Este tampoco es mi autobús.
En ese instante nace la posibilidad de que las seis de la mañana dejen de estar huérfanas de ti.
La chica de las trenzas pasa a nuestro lado cómplice de nosotros mismos, nos sonríe, y yo, nervioso aún, le devuelvo el gesto como si ambos hoy hubiésemos aprendido que solo hay una vida que merece la pena ser exprimida y que esa no es otra que la nuestra.
FIN.
Jajaja!! Bueno bueno bueno, fin del pastelón del verano que, por supuesto, yo no he escrito.Espero que al menos te haya entretenído.
Hasta pronto.
jajajaj. quien lo ha escrito???
nos vemos pronto!!!
miles de gracias por la aportacion, me ha encantado!
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